16 Dic Alimentación saludable y segmentada, ‘the next big thing’ en foodtech
La mayor demanda hacia una alimentación enfocada a la mejora del bienestar –físico y mental– genera innumerables oportunidades para la industria alimentaria. La ciencia y la tecnología son indispensables para ello, ya que conseguir las evidencias científicas y relacionarlo con las necesidades de grupos de consumidores son aspectos fundamentales.
Estefanía Erro, directora de Marketing e Innovación de CNTA
eerro@cnta.es
Por séptimo año consecutivo pudimos asistir al congreso Future Food Tech London, organizado por Rethink Events. De todas las ideas que se compartieron en las diferentes ponencias y mesas redondas, destacamos la que para nosotros ya está siendo la gran tendencia foodtech del momento y que apunta a seguir creciendo. Esa no es otra que la relación entre alimentación y salud.
La pujanza de la alimentación saludable está trayendo un nuevo paradigma sobre la mesa. No se deja de trabajar en aspectos como, por ejemplo, la mejora del perfil nutricional de los productos, pero ahora se busca dar un paso más. No solo se trata de “quitar lo negativo”, sino de hacerlo aportando además algo positivo.
Un ejemplo que muestra este enfoque es de Olipop, que ha reducido el azúcar de sus bebidas de soda con ingredientes prebióticos que, además, ponen en foco en la salud intestinal. También están los helados de Nicks, desarrollados para que las personas diabéticas puedan seguir disfrutando de alimentos tradicionalmente asociados a lo dulce.
Segmentación para necesidades grupales
En el camino hacia la nutrición personalizada vamos a pasar por la nutrición enfocada a la satisfacción de demandas de colectivos con necesidades especiales. Antonio Tataranni, de PepsiCo, habló en FFT de “la intersección entre epidemias atemporales que se alinean con tendencias de consumo temporales”. Con la visa puesta en ese foco, Pepsi ha desarrollado recientemente su bebida Driftwell, que ayuda a mejorar el sueño apoyándose en la evidencia de la conexión entre el intestino y el cerebro y de cómo la dieta afecta al desempeño mental.
El refuerzo del sistema inmune, la potenciación del sueño, los problemas cardiovasculares, los problemas de deglución, la salud ocular, la prevención contra la ansiedad… son solo algunos de las problemáticas de salud a las que la industria alimentaria está mirando en este nuevo contexto. No estamos en un modelo one-to-one, sino adaptado a grupos homogéneos que tienen demandas comunes.
Más evidencia científica
En esa nueva mirada, además, hay un lugar preeminente para la evidencia científica. Es necesario robustecerla, porque queda mucho por descubrir todavía. Con las evidencias habrá puntos de partida para desarrollar nuevos productos realmente innovadores y buenos para la salud.
La industria alimentaria va a poder apoyarse en tecnologías de gestión de datos, como la Inteligencia Artificial o el Big Data, o en disciplinas como las ómicas, que permitan disgregar grandes volúmenes de información y conseguir una aproximación a los alimentos desde el punto de vista molecular.
Dos ejemplos de ese enfoque molecular que hemos podido ver en las últimas semanas son los de las startups Nuritas y Brightseed. La primera ha cerrado hace pocas semanas una ronda de financiación de 45 millones de dólares para seguir desarrollando su plataforma basada en Inteligencia Artificial y genómica, mediante la que buscan nuevos péptidos bioactivos con beneficios saludables para incluir en los productos alimentarios.
La segunda también ha suido protagonista en los medios. Recientemente ha anunciado una alianza con la compañía Ocean Spray para analizar el potencial saludable de los compuestos que contiene el arándano, también valiéndose de las posibilidades que le ofrece la Inteligencia Artificial.
Todos estos avances tecnológicos y científicos van a permitir allanar el camino hacia la consecución de alimentos beneficios demostrables y que conecten con las necesidades específicas de los consumidores. Pero no debemos olvidar que esos mismos consumidores siempre van a buscar disfrutar con su alimentación. Los productos, por ello, no pueden dejar de ser sabrosos y apetecibles. Porque, como también se glosó en una de las ponencias de FFT London, “la gente no come ciencia”.